Cuando escuché
al aprendiz de astrónomo,
cuando me
presentaron en columnas
las pruebas y
las figuras,
cuando me
mostraron las tablas y diagramas
para sumarlos,
dividirlos y medirlos,
cuando yo,
sentado, escuche al astrónomo discurrir
con gran aplauso
en la sala,
qué pronto,
inexplicablemente, me cansé y enfermé
hasta
levantarme e irme a caminar solo
en el húmedo y
místico aire nocturno,
y de vez en
cuando miré hacia arriba
en silencio
perfecto, a las estrellas.
W. Whitman
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